El tamaño de la oleada de pobreza que viene se desconoce aún, pero las entidades que trabajamos con los colectivos más desfavorecidos hemos notado ya el gran aumento de solicitudes de ayuda en cuestión de tres semanas.

Padre, madre y dos niños hacinados en una habitación y sin internet, viviendo con otras familias en el mismo piso. Madres o padres sin pareja y con hijos a su cargo que no pueden trabajar porque no tienen con quien dejarlos. Familias enteras que viven al día y que no pueden salir a ganarse la vida, no tienen para comprar comida ni para pagar el alquiler.

Un ejemplo concreto es el dato que refleja el proyecto de Proteína Animal de la Fundación Meridional. Hasta el mes de marzo se repartía una tonelada de latas de pollo a 1.000 familias al mes en la zona sur de Madrid, y en cuestión de tres semanas se han incluido 300 familias más y sigue en aumento.

“De los cinco centros con los que colaboramos, el único centro que ha cerrado es el de Villaverde, los otros cuatro siguen operativos, pero han espaciado las fechas de reparto. En el caso del Pozo del Tío Raimundo están llevando las bolsas a las casas los voluntarios”, comenta Isabel La Gasca responsable del proyecto en Fundación Meridional.

A esto hay que sumarle las complicaciones para obtener las cantidades de producto que se requieren. “La reducción de la producción ha motivado a que busquemos nuevos proveedores, que además garanticen que la carne es de pollo o ternera sin trazas de cerdo, con el objetivo de no excluir a las familias musulmanas que por su religión no comen este animal”, nos cuenta Inma del Prado, coordinadora del proyecto en la Ong Olvidados (entidad colaboradora del proyecto).

Son tiempos de crisis, tiempos de responsabilidad, pero también de solidaridad. Por eso la Fundación Meridional está destinando su esfuerzo en continuar con los proyectos de ayuda esencial en España, como en este caso el reparto de proteína animal, tan necesario para el correcto desarrollo de los menores en crecimiento.