Desde que el coronavirus irrumpiera en nuestras vidas, los efectos que va dejando a su paso ya no se miden solo en contagiados y fallecidos. También en los cientos de miles de familias que de un día para otro se han visto afectados por los ERTEs, los ERE y la falta de ingresos. Personas que nunca habían tenido que pedir ayuda y ahora hacen cola en los centros de reparto de alimentos.

Cada día acuden más personas a las que de una manera u otra, el virus ha dejado sin nada. Solo en el Centro del Pozo del Tío Raimundo han pasado de atender 220 familias mensualmente a 377, lo que supone un incremento del 64%” comenta Isabel La-Gasca, responsable del proyecto “Proteína animal” de la Fundación Meridional. Durante el 2020, en colaboración con la ong olVIDAdos, se han repartido más de 31.000 latas de albóndigas a más de 10.000 familias con niños, complementando las bolsas de alimentos en cinco centros de reparto del sur de Madrid.

Es el caso de A.C. que esta semana acudía por primera vez al proyecto. Antes de la pandemia trabajaba como empleada de hogar, pero tras el confinamiento perdió su empleo y el único sustento de su familia “No tengo ayudas, no tengo ingresos ni ahorros y mis hijos, una niña de 9 años y un bebé de 5 meses, tienen que comer. Mis vecinas me han ido ayudando con lo que pueden, pero no encuentro trabajo y no sé hasta cuando podré aguantar esta situación“.

“Aquí encuentras historias de todo tipo” comenta Inma del Prado, responsable de la ong olVIDAdos “Lo más difícil es gestionar la impotencia de no poder ayudar a todos”.

Según FESBAL (Federación Española de Bancos de Alimentos) el impacto social de la crisis del coronavirus puede hacer que 1,5 millones de personas tengan que depender de los Bancos de Alimentos para poder alimentarse.

Aunque no sabemos cuánto va a durar la pandemia y sus efectos, sí podemos asegurar que cada día que pasa hay más familias que necesitan ayuda, por lo que la Fundación Meridional continuará redoblando sus esfuerzos por los más vulnerables.

Imagen AFP